ISSN:
2255-520X
Content:
A finales de la década de los ochenta, en Colombia, el sicario cobró especial visibilidad. Pocos años antes, el Gobierno había conseguido una negociación de paz con la guerrilla que culminó poco después con el asesinato, por mano paramilitar, de casi todos los reintegrados. Pero la violencia parecía haberse desplazado del ámbito de lo estrictamente político hacia otro campo: el país se había convertido en el centro mundial de los carteles del narcotráfico y, por presión de los Estados Unidos, en 1989 el Gobierno declaró una guerra contra las drogas. La violencia, que antes se atribuía tan sólo a los conflictos políticos, se manifestaba como un fenómeno que atravesaba a toda la sociedad. Dos trabajos otorgaron una visibilidad particular al sicario y lo elevaron a categoría sociológica. El primero es la película documento-ficción del cineasta Víctor Gaviria Rodrigo D: no futuro (1989), en donde se relata la vida de los jóvenes de las comunas de Medellín, interpretada por muchachos de las mismas comunas. El segundo es el relato testimonio del sociólogo Alonso Salazar No nacimos pa’ semilla (1990), en el que varios jóvenes sicarios cuentan su historia.
In:
Iberoamericana, Madrid : Vervuert, 2001, Vol. 1, Núm. 3 (2001); 27-40, 2255-520X
In:
volume:1
In:
year:2001
In:
number:3
In:
pages:27-40
Language:
Spanish
DOI:
10.18441/ibam.1.2001.3.27-40
URL:
Volltext
(kostenfrei)
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